Tenia que decidirme, ante mi, tenia dos rutas para hoy, con Tomé y los de Moraleja (Santa Clara) o las típicas exploraciones de Chumby y el Rubio.
Viendo la situación meteorológica, y otras circunstancias familiares lo mejor es no arriesgase, por lo tanto, la opción queda clara, explorar. Nos fuimos a Villanueva, desde donde comienza la exploración. Viendo donde nos encontramos, lo tengo más que claro, ¡comenzaremos subiendo!, y así fue. Entre olivares y algún que otro pinar, vamos ganando altura poco a poco, subo tranquilo sin forzar apenas, al fondo en la cima los dos y mapa en mano, eso ya me preocupa, ¡estáis locos! Por aquí, lo habéis pensado bien, peazo cortafuego, como si no hubiera caminos, de locos…..800 m al 17.6% a pie, eso si, merece la pena, menudas vistas, ¡increíble!
Torrecilla, ahí mismo, pero hay que echarle huevos para bajar esto, el polar se volvió loco, pendiente –XX y los frenos echaban humo, tanto que podía encender un cigarro.
Tras la bajada, comienza mi agobio y me hundo en la miseria, mi única obsesión es irme a casa, eso de dar tumbo sin camino alguno…..El rubio me anima y parece que se me pasa. De Torrecilla al monolito de las Hurdes, por la pista paralela a la carretera, rompedora.
Alto de la sierra de la Barrera, se podían haber esmerado un poco con el nombre. Unos cuatros kilómetros de buena pista y nada duros, nos deja en el alto, donde la señalización nos indica la pista a coger. El descenso rapidísimo, nos deja en la falda de Dios Padre. Otro momento, donde la mente me vuelve a jugar otra mala pasada y no solo eso, para colmo las calas también se unen al cóctel de circunstancias.
Lo bueno que tiene Dios Padre son los innumerables caminos a seguir, pero optamos por el del Bronco, es más llevadero y sin apenas repechos, y eso se agradece. La jornada la saldamos con cuarenta kilómetros.
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