Es lo que tiene, ser un gran aficionado y amante de este
apasionante deporte llamado, CICLISMO.
Haya por el mes de Enero, cuando la vuelta toma color y
vida, es el momento en el que decido cuando y cual será la etapa, la cual
disfrutare del grandioso espectáculo llamado La Vuelta.
Este año la marcada fue, Coitu Negro, y ya que vamos no hay que desperdiciar la
ocasión.
8:45 y ya vamos camino de Asturias, hemos decidido madrugar
un poco y aprovechar al máximo el día, ya que aparte de disfrutar en directo de
la etapa reina de la vuelta, también disfrutaremos de los grandes y
maravillosos parajes de esta grandiosa comunidad autónoma.
11:20. Primeras pedaladas por las calles de Pola de Lena,
donde comienza nuestro primer puerto, La Cobertoria, la cual ascenderemos en sentido
contrario del paso de los corredores. Un puerto bastante duro, de 9´5 Km y una pendiente media del 8´9 %, sin descanso
alguno salvo el último kilómetro y medio que suaviza bastante la pendiente.
Tras coronar, llega la recompensa las vistas son una bendición, ¡maravillosas!,
foto y para abajo, donde recogemos las mochilas y rumbo a Pajares.
La carretera es un constante ir y venir de ciclistas que
suben y bajan, coches de la organización, de equipos, vamos que no nos
aburrimos. El puerto tiene su propia identidad, con rampas del 10, 12, 14, y 17
% y tras ellas sus propios descansos a diferencia de la Cobertoria, bueno, no
hay más que ver el grafico para darse cuenta que estamos ante todo un coloso.
Aunque subimos sin
prisas y relajados, el calentón es más que evidente. La cima es un jolgorio de
gente, cogemos aliento, mientras disfrutamos de una cola fresquita, que no la
hemos merecido. Recuperados del asfixiante esfuerzo que nos a supuesto Pajares,
caminamos tres alentadores kilómetros hasta llegar a Brañilin donde el
ambientazo y ver toda esa carretera acordonada por cientos y cientos de
aficionados, me hacen poner los pelos de puntas. Antes de meterle mano ha esos
terribles tres kilómetros, hay que reponer, por lo echamos la manta al suelo y
a comer, aunque fue un simple bocadillo, me supo como el mejor de los manjares.
Con el estomago ya en condiciones, le metemos mano al
postre, y baya postre, tres agónicos he infernales kilómetros donde cada golpe
de pedal, asemeja aquellos barcos romanos que se movían a golpe de tambor, pero
tal sufrimiento tiene su merecida recompensa, disfrutar de las inmensas vistas,
en un nuevo santuario del ciclismo. El Cuita Negru
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